miércoles, 11 de junio de 2008

Biocombustibles versus Alimentos

Para el debate público del medio ambiente. Traducción del texto inglés hecha por el Prof. Matías de Paula – Oberá – Misiones.

“Pensandolo cuidadosamente…”

Mayo 2008

EL ALTO COSTO DE LA COMIDA:
RESTRICCIONES FAMILIARES EN UNA NUEVA CRISIS


En el 2008, los desesperados llantos por comida alcanzaron nuevos niveles por el dramático incremento en los costos de los alimentos básicos, como el arroz, el trigo, y el maíz. Los precios de algunos productos de consumo han subido más en un día que en años enteros en el pasado. Lo que está surgiendo como la peor crisis de alimentos en generaciones ha iniciado disturbios en las calles, ha desestabilizado gobiernos, y está amenazando a cientos de millones con más hambre. Por esta razón, la primer prioridad debe ser insistir que todas las medidas sean tomadas para que la comida llegue a los más necesitados.

A lo largo de las Escrituras, el acceso a la comida necesaria para la vida es una preocupación básica. La comida está íntimamente conectada con la vida de la fe - a través de la oración (“El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”), a través del compartir diaconal de alimento (Hechos 6: 1-6) y en el culto (compartir el pan/cuerpo de Cristo en la Sagrada Comunión). En la iglesia antigua, la eucaristía estaba conectada para remediar el mal contra los pobres y la tierra en la economía del alimento de la Roma imperial. El modelo de Eucaristía no es una economía de la codicia, sino del compartir; una forma de vida para que todos puedan comer, es decir, asegurar que habrá seguridad alimenticia para todos.

En el contexto del primer siglo del Nuevo Testamento, las frecuentes escaseces de alimentos eran resultado de factores como el clima violento, malas prácticas de agricultura, muy poca producción para la demanda, cambios políticos, distribución inadecuada, y zonas urbanas muy alejadas de zonas de producción. Estos factos están presentes en muchas narrativas y parábolas de Jesús. Por ejemplo, el Evangelio de Mateo, menciona diferentes aspectos de la producción de alimentos: grandes hacendados, esclavos, la pesca, trabajo manual, y alimentos básicos como pan, pescado, y granos. En relación a la crítica general de Mateo hacia el sistema imperial Romano, Jesús ataca al liderazgo aliado a Roma basado en Jerusalén, el cual probablemente controlaba el suministro de comidas de los que eran “agobiados e indefensos” (9:36). Los propósitos de Dios sobre la abundancia de comidas para todos (revelados cuando Jesús alimentó a la multitud en 14:31-21 y 15:32-39) fueron contrastados con las falsas afirmaciones de Roma de haber proveído para todos 2
Hoy, muchos de los factores que afectan la crisis de la comida son similares. Mientras la población global continúa aumentando en tamaño y en la calidad de sus dietas, crecen las presiones en el suministro mundial de alimentos. Los costos de la energía y los fertilizantes san cada vez más altos. El desarrollo en países como China y la India, aumentó la demanda para más y mejor comida, especialmente de carne que requiere más granos y agua para producirse. Los cambios climáticos han contribuido a intensificar las sequías, las inundaciones, etc. lo cual dramáticamente afecta la producción de alimentos.

Al mismo tiempo, una importante parte de algunos cultivos son ahora plantados no para comidas, sino para biocombustibles, para intentar reemplazar parte de la dependencia del costoso petróleo. Irónicamente, utilizar las tierras para cultivar biocombustibles puede contribuir a más cambios climáticos al igual que a más escasez de alimentos. “Antes la comida era solo para las personas. Ahora la demanda para los combustibles de transporte…está drenando el suministro del mercado global de alimentos y aumentando más los precios” 3

Ya en el siglo dieciséis, Martín Lutero reconoció que la disponibilidad del “pan de cada día” depende en muchos factores, incluyendo factores políticos: “es mayormente mediante (autoridades civiles y el gobierno) que Dios nos provee del pan de cada día…Ya que donde la disensión, la lucha y la guerra prevalecen, el pan de cada día es quitado o al menos reducido”4 Zimbabue, antes visto como la panera de África, es uno de los ejemplos actuales más trágicos de esto.

Lutero también acusó las prácticas económicas: “¡Cuántos problemas hay hoy en el mundo simplemente por las falsas monedas, sí, por la explotación diaria y la usura en negocios públicos, el comercio, y el trabajo de aquellos los que oprimen lascivamente al pobre, y lo depravan de su pan de cada día!”5
Con éste ánimo, hoy debemos poner atención a las formas en como la especulación financiera es uno de los factores clave que elevan el costo de los alimentos.

La razón de la “escases” en la comida es la especulación del futuro de los productos de consumo después del colapso de los mercados financieros derivados. Desesperados por ganancias rápidas, los comerciantes toman trillones de dólares de sus finanzas e hipotecas y los ponen en alimentos y materias primas. Se llama “el súper-ciclo de productos de consumo” (commodities super-cycle) en el Wall Street, y es probable que cause hambre en una escala épica… Mientras más suben los precios y se obtienen más ganancias, más invertirán los otros, esperando ganancias… El problema es que si tu eres uno de los 2.800 millones (casi la mitad de la población mundial), que vive con menos de dos dólares diarios, puede que pagues estas ganancias con tu vida. 6

Como una organización internacional agrícola sin fines de lucro pregunta: “¿Es éste un parpadeo del precio? No. ¿Una escases de comida? Tampoco. Estamos en un colapso estructural, el resultado directo de tres décadas de globalización neoliberal”.7 Los granjeros produjeron una gran cantidad de granos en el 2007. Suficiente comida está siendo producida para alimentar la población, pero está siendo transformada de lo que alimenta a las personas a productos de consumo para la especulación y los negocios.

Políticas de liberalización y ajustes estructurales impuestos en países pobres por las instituciones financieras internacionales (el Banco Mundial y el FMI), y varios acuerdos de libre cambios e inversión (ejemplo: bajo el WTO) han desmantelado tarifas y otros medios pensados para proteger la producción agrícola local. Forzados a abrir sus mercados a el negocio agrícola, especuladores y exportaciones subvencionadas de alimento, los países han desviado tierras fértiles del mercado local, para la producción de productos de consumo global de mercados distantes (por ejemplo, los agricultores Africanos producen flores para Europa en vez de más comida para su propia gente). Consecuentemente, cerca del 70% de los países “desarrollados” se han vuelto importadores de alimentos.8

Se necesitan grandes cambios en la política agraria para que los pequeños productores alrededor del mundo puedan acceder a tierras y cultivar la comida que ellos y sus comunidades necesitan para sobrevivir, en vez de ser esclavos de mercados de productos internacionales y grandes corporaciones, que están ganando inmensamente con esta crisis. Los ricos se están volviendo más ricos, y los pobres más desesperados-las escandalosas disparidades en contra de las cuales los profetas del Viejo Testamento tan a menudo clamaron.

Es por esto que la voz profética de la iglesia necesita ser escuchada, desafiando las formas en las que los mercados de los productos de consumo y los negocios agrícolas se están beneficiando de esta crisis, y trabajando con políticas y prácticas que permitirán que haya más justicia para aquellos que cultivan la comida necesaria para la vida.

Obviamente, especialmente aquellos que no tienen posibilidades de cultivar sus propias comidas sufren el incremento en los precios de los alimentos, como los que viven en zonas urbanas, algunos de los cuales gastan la mayor parte de su dinero en comida. Pero simplemente pedir precios más bajos no es suficiente. Precios más altos que no son producto de la especulación y otras distorsiones en el mercado, y que aumentan los ingreso de los que realmente trabajan la tierra, puede ser positivo.
Esto incluye a mayoría de granjeros de subsistencia ayudados por los programas del Servicio Mundial de la Federación Mundial Luterana, así como millones de otras iglesias miembro de LWF. Precios más altos pueden traerles más ingresos, así como también reducir la tendencia de mudarse a zonas urbanas en busca de una mejor vida.
Ganancias más justas y adecuadas para el trabajo agrícola puede ayudar a estabilizar la producción de alimentos en países de bajas ingresos, y en consecuencia su seguridad de alimentos. Podría hacer la producción de alimentos para mercados locales o regionales más atractiva, en vez de contribuir al cambio del clima a través del transporte a larga distancia.

Precios más altos en alimentos también podría reducir la necesidad de los granjeros (como en Europa o los EE.UU.) de ser dependientes en subsidios gubernamentales, los cuales distorsionan el mercado y ponen a los agricultores en países sin subsidios en gran desventaja. Esta situación justifica la razón para terminar dichos subsidios, especialmente esos que no benefician a los pequeños productores de ninguna manera.

Es más, el suministro de comidas puede ser mejorado si los recursos fuesen destinados a mejorar la productividad agrícola, a través de mejores técnicas, semillas, fertilizantes, o el cuidado de la tierra. Los granjeros necesitan ser capaces de adaptarse a patrones climáticos cada vez más volátiles relacionados con el cambio climático.

Para nosotros de la FLM, la comunión es vivida como aquellos en iglesias miembros y otros programas de esta comunión aboga y actúan con un sentido de relación y responsabilidad a otros en la comunión, y a través de ellos, a el resto del mundo creado. Esto se vuelve una alternativa real y personificada a cómo políticas y prácticas del neoliberalismo están conduciendo a la presente crisis.
Los diferentes factores involucrados en esta crisis complican lo que puede ser visto como una solución sencilla. Pero porque estamos interrelacionados, somos llevados a discusiones más complejas de qué es lo que realmente está ocurriendo, y cómo puede ser lidiado.

KAREN L. BLOOMQUIST

Desde tu perspectiva, ¿Cuáles son los factores que contribuyen a mayores costos de los alimentos tu área?

¿Quién sufre y quién se beneficia? ¿Cuál es la mejor forma de remediar estas injusticias?


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[1] Warren Carter, The Roman Empire and the New Testament (Nashville: Abingdon, 2006), p. 110. 2
[2] Ibid., pp. 112-113. 3
[3] Mark Lynas, “How the rich starved the world,” New Statesman, 17 April 2008. 4
[4] Martin Luther, “The Large Catechism” in Robert Kolb and Timothy J. Wengert (eds), Book of Concord (Minneapolis: Fortress Press, 2000), para. 74, p. 450..
[5] Ibid., para. 84, p. 452.
[6] Iain Macwhirter, “The trading frenzy that sent prices soaring,” in New Statesman, 17 April 2008.
[7] “Making a Killing from Hunger,” in GRAIN (April 2008).
[8] Katarina Wahlberg, “Are we approaching a global food crisis?” World Economy and Development in Brief, Global Policy Forum, 3 (March 2008).
[9] Karen L. Bloomquist (ed.), Communion, Responsibility, Accountability: Responding as a LutheranCommunion to Neoliberal Globalization, LWF Documentation 50 (Geneva: The Lutheran World Federation, 2004), pp. 261, 262.



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